Las confluencias más santas

21/11 – Otro lugar que no he querido perderme se encuentra en la confluencia de los ríos Yamuna, Ganges y Saraswati ( Triveni Sagam), y se llama Allahabad ( o Prayag), una de las ciudades históricas del país, muy cerca de mi destino final Varanasi, ambas, de los lugares más sagrados de toda India.

El cambio de color de las aguas indica exactamente donde se encuentra la unión de las aguas. Cientos de peregrinos se concentran en su orilla para subir a las barcas de madera y aportar sus pujas en el encuentro de esa agua canela, caliente y poco profunda del Ganges y la otra, clara, fresca y profunda del Yamuna que vienen de atravesar la mitad del país.

Aunque la ciudad es bastante repelente, sucia y con gente muy pordiosera, vale la pena el esfuerzo, el momento y el lugar. La Residencia de las cinco generaciones de los Nehrus, en el Anand Bhavan, y donde Jawahargal Nehru y Mahatma Gandhi comenzaron los planes para derrocar a los colonizadores británicos, varias Fortificaciones, el Museo, la Universidad de estilo indo-europeo, y la Catedral gótica de Todos los Santos es lo más destacado de esta ciudad.

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24/11 – Y por fin llego. Varanasi.

Llamada Kashi, Benares, y ahora Varanasi, es la ciudad de Shiva ( o Ciudad de la Vida), la más sagrada de todo el país, cuna de la liberación espiritual que todo hindú desea alcanzar antes y después de morir para liberarse del ciclo continuo de la vida y la muerte ( moksha) en sus Ghats más halagüeños, como el Manikarnika.

Me quedo a orillas del Ganges, muy cerca de los ghat, las santas escalinatas que permite a los devotos llegar hasta las aguas del río para purificarse en baños rituales.

Desde el balcón del recinto veo todas las mañanas y atardeceres el lento movimiento solar. El ambiente alrededor de todo esto es tan esotérico que anima a bajar y juntarse con los devotos, con los Sadhus, o con los pocos incrédulos turistas que se han acercado también a sentir lo metafísico, que infunde ese escenario tan real.

En su orilla cantidad de barcas de madera se amontonan ofreciendo paseos por el río. Los peregrinos viajan hasta el centro del mismo para depositar sus pujas, y la familia que ha perdido algún hijo muy pequeño o un enfermo grave no le queda otra opción que lanzar el cuerpo envuelto en una sábana y anclado a una piedra, al fondo, puesto que no lo puede incinerar. Tampoco podrán ser incinerados quienes hayan fallecido tras la mordida de alguna serpiente.

Entre las estrechas callejuelas destaca como el más multitudinario, el Templo Vishwanath ( ó Templo de Oro), dedicado a Shiva, dios del universo. Contiene 800kg de oro entre su torre y cúpula, pero a los no hindúes les niega el acceso, al igual que me ocurrió en Mathura, y por los mismos motivos.

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27/11- Es el día de partir. Se ha acabado "El Viaje".

Aunque tan accidentado que me ha costado sentirme mal, pues detrás quedan todas las vivencias en este país tan inesperado y tan diferente, a lo visto en otros lugares.

Tenía una plaza en vagón de primera, en lista de espera, desde hacía casi una semana para el tren de vuelta a Nueva Delhi, pero con la confianza que podía viajar en él, ya que el propio expendedor de billetes me había asegurado que no tendría ningún problema para poder conseguirla. Pero no fue así.

Al llegar a la estación de tren de Varanasi me encontraba el primero en la lista de espera. No había conseguido plaza en el vagón. Podría ser que gente con más influencia fueran los beneficiados en mi lugar. Aunque hablé con el jefe de tren éste no me pudo encontrar plaza en primera como había comprado. Por lo que tuve que ir a taquilla, luchar con los cientos de energúmenos que se peleaban por conseguir billete para los diferentes trenes y destinos, y adquirir una plaza en Segunda Clase, el vagón más cutre de todos, donde la gente se apila sin control.

Volví a colarme en el vagón de Sleeper y por suerte pude encontrar una familia que me hizo un huequillo en sus sillones-cama y así poder echar unas cabezadas hasta llegar a Delhi. Más de doce horas de mal dormir y gracias también a que el controlador fue convencido por la familia de permitirme quedar con ellos tras explicar mi situación, aunque mi ticket no correspondiera a ese lugar.

Lo siguiente sería pedir el rembolso de lo pagado por el billete en primera clase en la estación de Nueva Delhi , y que me devolvieron. Unas compras en Janpath Market, revelado de cientos de fotos en Connaught Place, y al día siguiente el avión me llevaría hasta Madrid, donde nuevamente volvería a aparecer ese duendecillo negro a mi lado, pues el único reloj del aeropuerto que estaba retrasado vino a aparecer el primero ante mi cansada vista. Puse mi reloj en la hora que éste marcaba, y vaya por donde, el tiempo suficiente para llegar a la sala de embarque 5 minutos tarde, y cuando las puertas de acceso al avión ya estaban cerradas.

Tuve que hacer noche en el aeropuerto, y gracias a que la compañía Spanair, con la que volaba, me permitió cambiar el billete para el día siguiente. Y de esa manera llegar a casa.