Cuaderno de Notas

Un Viaje por el Norte de India

26/9- He llegado a la 1 de la mañana a India. Comienza ya a hacerse realidad mis sueños de hace algunos años.

En el aeropuerto de Delhi, que apesta a humedad, arrancaba la aventura pues era de noche y me constaba según lo que había leído en algunos foros de viajeros que llegando a esta hora tan tarde es poco aconsejable bajar a Delhi en taxi, por lo que preferí quedarme en la terminal, hasta las 6 de la mañana, que es cuando amanece, y con la luz del día todo se percibe muy diferente. Mientras veía llegar otros vuelos pasé el resto de la noche tomando té de sobre con leche en un puestito.

A las 6:30 subí a la guagua del aeropuerto, atestada de pasajeros y mercancías, que pasa por Connought Place, muy cerca de la Estación principal de Tren de Nueva Delhi. Hizo una parada en el cruce con Chelmsford Road, donde cogería un moto-rickshaw que me llevase a Paharganj ( Main Bazar) barrio donde me iba a hospedar durante algunos días. Y cómo son las cosas… el motorista me dice que ese lugar está cerrado por manifestaciones, por lo que no podemos llegar hasta allí. Se desvía por otra calle y me lleva hasta una “Oficina de Turismo “, que no es otra cosa que la agencia de viaje de “su amigo” para que me ayude a encontrar un hotel. Vaya, me suena a “negra”, pero como ya estoy prevenido no me ha podido engañar y venderme una habitación mucho más cara de lo que me costaría si fuera directamente a la recepción del mismo, y repartirse entre ellos “el botín”. Que agobio. Sólo he dormido una hora en el aeropuerto para salvar todas estas petulancias y ahora me encuentro en esta situación.

-Tranqui!, pensé"…me controlo..., salgo fuera de la oficina, me dirijo al rickshaw-walah, le acerco mi cara a su cara de manera amenazante… y le pido muy seriamente que me lleve a la estación de tren. No me apetece nada echarme a pelear en un lugar desconocido y rodeado de desconocidos. En seguida se sube y me lleva hasta la estación principal de tren, pero el cabronazo, sin yo saberlo, me deja al otro extremo, por lo que tengo que subir al viaducto que cruza sobre los andenes para alcanzar la otra parte. De esa manera no tenía más pérdida, y mientras lo caminaba iba pensando que mi deber era en esos momentos haber parado algún guardia y explicarle que estaba haciendo conmigo aquel fanfarrón. Lo hubieran puesto bonito…

Y llego, por fin, a la salida principal que lleva directamente hasta la calle Main Bazar. Vaya suerte he tenido, he salido bien de esa situación. Esta larga calle recorre todo tipo de tiendas, hostales y hoteles, y mientras caminaba cargando con mis mochilas en busca de mi hostal casi fui atropellado por un ciclo-rikshaw que avanzaba, “timbreando”, sin contemplaciones entre la multitud que caminábamos por esa calle. Elijo el hotel Hare Khrisna (250Rp.), con baño interior, y me dan habitación en un piso por debajo de la azotea donde sirven comidas y bebidas al atardecer. Tres horas de descanso, no me importaba los bocinazos y ruidos de motores de los rikshaws que hormigueaban incesantemente por la calle, pues estaba verdaderamente destrozado, y salté jubilosamente a la calle en busca de nuevas emociones.: intensos olores y colores, multitud de gente desenfrenada, el Main Bazar, la Vieja Delhi, el Red Fort, la Mezquita Jama Masjid, el Raj Ghat, el Chai y el interior de la estación, donde se desarrolla otra vida completamente diferente, He tenido que adaptarme rápidamente para “sobrevivir” a tanto estrés callejero.

En fin, Delhi no es como en principio parece o intentan vender los que no han estado nunca aquí. No hay que tenerle miedo ni asco, y aunque muchos comerciantes hindúes son más pesados que los norteafricanos, mucho más, su principal interés es hacer negocio con todo.

Los siguiente días sería para caminar muchas horas y kilómetros visitando las callejuelas estrechas, mercadillos, la Puerta de Delhi, la enorme rotonda de Connought y sus alrededores llenos de tiendas, llevar el pantalón que me cagó de grasa el ciclo-rickshaw a la lavandería cuando me echó su cacharro encima y terminar la noche tecleando en internét para aprender a usar los correos.

Una de las noches la sufrí de verdad, sin poder dormir por culpa de cinco putos godos que estuvieron hasta las 3 de la mañana en la azotea bebiendo y gritando como putas ratas. Aunque los mandé callar varias veces continuaron su particular botellón, y por no hacer otra puta españolada me la tuve que comer doblada y no montársela.

Aproveché también para acudir a la oficina del turista de la estación de tren de N.D. en busca de un ticket para dirigirme a Amritsar. Aquí atienden en una oficina situada en la planta alta, con sillas, aire acondicionado y llevando un elemental turno según se va llegando. Nada que ver con los codazos que hay que dar para comprar por ventanilla. Y como no tengo apenas experiencia en trenes he preferido coger un habitáculo con “AirCon” y sillón ancho.

Hacia el Punjab

30/9- A primera hora de la mañana me dirigía hacia la Estación de N.D. en busca, entre miles de personas, del andén correspondiente y luego, tras un largo pateo, el vagón que me correspondía. Fueron cinco horas y media de trayecto muy agradable, hablando con los paisanos en inglés, y me percato que las poquitas palabras que había aprendido a decir en hindi no me vale para nada en el Punjab se habla el punjabi. Vaya jodienda, ahora a estudiar las mismas frases en punjabi.

Mientras el tren va llegando lentamente, a través de la ventanilla veo a muchos hindúes con turbantes de colores elegantemente colocados sobre sus cabezas y barbas recogidas con una redecilla caminando por el andén. Por fín he llegado a la tierra de los Sijh ( quienes intentaron hace muchos años crear el Jalistán ( o “Tierra de los Puros”): -la tierra de los guerreros que no se cortan el pelo durante toda su vida, símbolo de potencia y valentía, de conservación de su energía-. Dicen que son los más cultos, los que más dinero hacen, o los que constituyen el eje central del ejército hindú y la administración.

La guardia personal de Indira Gandhi, que eran sijs, fueron quienes la asesinaron en respuesta a su orden de ataque al Templo Dorado.

Pero la primera impresión que me llevo de Amritsar es que es una ciudad muy sucia, pues yo creía que al ser un pueblo muy “diferente” tenian otra forma de vida diferente a los hindúes de más al sur. Pero es que allí veo a más hindúes que sihjs. Hasta que encontré la parte nueva, de anchas calles y bastante más limpias. Y es ahí donde ellos predominan y deambulan, pues salen bastante a disfrutar la tarde-noche tomando chai (te con leche, mucha azúcar y jenjibre), kulfi ( helados de pistachos), lassis ( yogourt líquido)..., o simplemente caminar en grupo. Son muy curiosos y enseguida se acercan a charlar.

Mi primera “misión” fue llegar al maravilloso Harimandir Sahib ( o Templo Dorado), uno de los más hermosos y deslumbrante de India, y lo hice a través del barrio viejo, que es muy interesante y caótico. Hay que descalzarse, lavarse manos, cara y piernas en la pequeña fuente que hay a la entrada, luego taparse la cabeza con algo y descender por sus escaleras de blanco mármol, mientras la estampa del templo, destaca allá en el centro del estanque, sobre sus embotadas aguas. Que infatigable visión!. Que cautivadora belleza! Y yo estaba allí, sentado en uno de sus corredores observando el movimiento ordenado de los feligreses, y ellos realizando su particular “kora”, girando alrededor del templo. Tantos años pensando que algún día podría estar ahí…

El Templo se haya ubicado en medio de un estanque casi transparente y limpio sobre el que cuelga una larguísima pasarela de acceso. Los peregrinos lanzan pepitas de oro o joyas para rendir culto a su dios, el libro sagrado Gurú Granth Sahib, que se encuentra en su interior, bien custodiado. Este "Palacio Divino" está totalmente tapizado en finísimas láminas de oro que se alternan con piedras preciosas, lapislázuli, nácar y finísimos trabajos caligráficos en sus paredes de blanco mármol.

Entre los Sijs practicantes han de prevalecer siempre cinco artículos identificativos de su religión: Kesh: pelo largo sin cortar, Khanga: un pequeño peine de madera para recogerse el pelo, Kara: un brazalete metálico, Kacha: ropa interior de algodón, Kirpan: un pequeño cuchillo que llevan en bandolera, y que nunca debe desenvainarse para atacar, pero puede usarse para la autodefensa o para proteger a un tercero. Simboliza poder y libertad de espíritu, autorrespeto, la lucha constante del bien y la moralidad sobre la injusticia.

Subiendo a las montañas de Himachal Pradesh

3/10 – El siguiente destino era llegar a Srinagar en Cachemira, pero las últimas noticias hablaban de atentados terroristas por parte de los musulmanes independentistas, que luchan por un estado más cercano a los ideales pakistaníes, por lo que cambié de plan y me dirigí hacia McLeo Ganj.

Un error de ubicación me hizo coger el tren dirección Ludhiana en la trayectoria opuesta, por lo que tuve que bajar en un pueblo, 100km más al sur, en el que nadie hablaba inglés y donde los paneles escritos en hindi ayudaron muy poco para situarme. Para volver atrás tuve que luchar encarnizadamente por hacerme un puesto en la cola de la ventanilla de ventas de ticket. Es asombroso ver cómo se empujan estas gentes delante de una o varias ventanillas para adquirir los tickets. Con lo fácil que es seguir el orden de una fila!.

La suerte se alió conmigo y en hora y media pasaba otro tren dirección Pathankot y desde allí tomé un bus a Dharamsala y otro hasta McLeo Ganj, situado en el Valle Kangra, a 1.770mt de altura, atravesando imponentes escenarios: exuberantes bosques de pinos, terrazas de arrozales, brillantes arroyos y accidentadas laderas atiborradas de espesa vegetación y brillantes arroyos.

La gran cantidad de lluvia que cae frecuentemente provoca fuertes erosiones y continuos deslizamientos de tierra que los habitantes de la zona atribuyen a "los espíritus" de las montañas.

Nada más bajar no solo me entraron los “ticketeros” de hostales sino asombrosamente un grupo de religiosos judíos ortodoxos, vestidos con kipá, con largas colas de pelo y manto tradicional Talit, pues aquí vienen muchos viajeros israelíes. Pero que coño hacen estos tipos por acá presionando de esta manera?, me preguntaba mientras caminaba hacia el hostal.

Lo que sí vi fueron muchos turistas jóvenes que van de hippies ( para mí, “hippijos”), y muchos tibetanos refugiados.

Unos bonitos pateos por los alrededores, baño cerca de unas cascadas, tomando el sol en una piscina artificial, visita al relajado monasterio budista Dip Tse-Chok, donde algunos se quedan a vivir una temporada y así evitar el ajetreo de costumbre y los hippies de McLeo, y al complejo Tsuglagkhang, residencia oficial del Dalai Lama, que esos días no se encontraba por ahí.

Se puede realizar muchos pateos por los alrededores, de uno hasta varios días, pero preferí sólo caminar cerca de McLeo.

He probado por primera vez "momos" ( pequeñas empanadillas tibetanas de carne o verdura), con una salsa riquísima. Lo mejor, comer o beber en la azotea de algún restaurante mientras se observa allá, a lo lejos, la franja montañosa del Himalaya. Al atardecer el frío era poco aguantable, pues el centro del pueblo está situado a algo más de 1.800mt, mientras que durante el día el sol era exquisito en temperatura.

A 4kms se encuentra Dharamsala, capital del Valle de Kangra, en la vertiente sur del Himalaya, antigua estación de montaña británica situada sobre las inclinadas colinas de los montes Shivalik, que, aunque hay poco que ver, destaca su dinámico bazaar ( mercado) Kotwali. A veces, la comunidad budista suele hacer representaciones de bailes tibetanos.

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9/10 – El siguiente destino sería Shimla, pero para que no se hiciera largo y pesado el trayecto, pues son más de diez horas, descansé unos días en Mandi para luego seguir la ruta planeada.

El bus que tomé era bastante viejo. Me lo vendieron en MacLeo Ganj como "deluxe" en una agencia de unos tibetanos, que ya se ve, intento ayudarles comprando el billete en sus oficinas y me la meten doblada.

Mandi es otro pueblo pequeño de poca importancia, con un centro comercial muy animado por gente joven, algunos hoteles y restaurantes, varios templos importantes como el Bhutnath ( s.XVI), en Moti Bazaar atravesado por el río Beas. Si acaso destaco la subida al monte Tana Hill, donde hay un parque con una hermosas vistas sobre el pueblo, y el templo Syamakali ( s.XVII), y un pequeño pateo que hice hasta el rio pasando por varios templos y ghats.

Compré un ticket de bus de línea regular, es decir, barato, y me dieron eso, un bus normalito, hacia Shimla, un pueblo asentado sobre una montaña (2.200mt), muy interesante porque su diseño colonial inglés que denota la presencia de éstos durante la época colonial.

Fue la antigua capital veraniega de la India británica y ahora es la actual capital del estado de Himachal Pradesh. Un trayecto algo lento por la cantidad de curvas que bordean muchos montes y que duró 6 interminables horas.

Su calle principal “The Mall” recorre toda la loma de este a oeste, con una altura de casi los 2.200mt, en el que destaca el Ridge, que es un área abierta donde pasean los turistas hindúes y sus habitantes, al atardecer, “se dejan ver”. De un lado, la segunda iglesia más antigua del norte de India, la Cristiana, y de otro, el punto alto, Scandal Point..

Paseando por el centro oí música en el interior de un teatro donde actuaban unos grupos de danza hindúes bastante divertido, y aproveché para entrar. Yo era el único extranjero en su interior, y por supuesto, fui centro de atención.

Un pateo al templo Jakhu, dedicado a Hannuman ( dios mono), donde cientos de ellos deambulan por sus alrededores, situado en un monte a 2.445mt, que ofrece unas espectaculares vistas sobre Shimla, y los valles que los rodean. Luego bajada hasta un templo budista donde me presentaron al 17º Dalai ( Rampuchan), de 9 años, y tomé té con todos los monjes de casi la misma edad y su profesor, un monje algo mayor, en la habitación de éste.

De vuelta pasé por otro templo hindú y ojeando a través de los barrotes de la puerta de entrada, vaya bronca me echó un tipo ahí por haber pisado un escalón sin haberme quitado el calzado...

Otro día lo dediqué a caminar hasta el Summer Hill y de vuelta hacia la Cascada Chadwick, de 67mt de altura, aunque con muy poca agua debido a que las lluvias han sido escasas últimamente, volviendo por Glen, zona de valle, a 4kms, rodeado de bosques muy verde y pistas de rodadura que lo convierten en un lugar turístico bellísimo, siendo básicamente un bosque de la reserva. Destaca su famoso lugar de picnic rodeado por pinos y cedros del Himalaya, que dan frescor al entorno.

Y otro día hacia el monte de Kamma Devi, en el pueblo Boileauganj, al que se llega en bus y casi una hora de pateo por un camino precioso hasta la cima, donde las vistas de la caída del sol son espectaculares. El problema podría ser la vuelta, porque se hace de noche durante el trayecto y es necesario una linterna para no tropezar.

Uttar Pradesh

14/10 – De vuelta hacia Delhi, el Toy Train ( o tren de juguete), un clásico de vía estrecha, baja zigzagueando continuamente de Shimla, y atravesando hasta 100 túneles, en sus 93km de recorrido hacia el sur, llega a Kalka (6h). Ni que decir que las vistas fueron abrumadoras, extraordinarias. Y luego tomé el Shatabj, un tren de vía normal, que llega a la estación de Nueva Delhi ( otras 6h), donde nuevamente aproveché un par de días para seguir recorriendo esta chocante capital llena de contrastes y sorpresas a cada esquina. Como una pequeña procesión que paseaba a la diosa Durga en un pedestal en medio del caótico tráfico, en la que una veintena de devotos bailaban al ritmo de una mini banda musical por las calles de la Vieja Delhi.

Hoy he descubierto en mi correo que mi compa de trabajo, Jose Luis, me ha escrito, diciendo que se viene para India un mes y se une a mi movida. Vaya alegría, y sorpresa, pues me había comentado algo en Lpa., y parecía que no estaba seguro. Mientras, bajaré a Mathura unos días a la espera de su llegada.

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16/10 – A primera hora de la mañana el tren me dejó en Mathura ( "tierra del amor eterno"), la ciudad más sagrada del hinduismo, situada a orillas del río Yamuna, y donde dicen nació hace 3.500 años Krishna, y vivió sus primeros años de vida. También es el centro espiritual de estudios de la comunidad “Hare Krishna”.

Me quedo en un pequeño hotel frente al complejo de Sri Krishna Janmboomi, donde se encuentra el lugar exacto ( Kesava Dao) en el que nació Lord Krishna. Todas las tardes se representan obras teatrales del Ramayana, bastante llamativas.

Mucha polvareda flota en el aire, pues casi todas las calles están sin asfaltar y bastante deterioradas, no hay alcantarillas y el agua sucia corre por las acequias calle abajo. Todo es muy antiguo, feo y mal cuidado.

Varias visitas al Ghat Vishram, anclado sobre el río Yamuna, en diferentes momentos del día, para observar a los peregrinos que acuden a "purificarse" en sus aguas; a algunos templos junto a él, donde el movimiento de fieles lo hace conmovedor, a parte de la triste visión de varias filas de envejecidos indigentes sentados a la espera de algunas monedas; al estanque Potara Kund donde se dio su primer baño Lord Krishna; y varias mezquitas de desconfiados musulmanes, donde ni siquiera me permitieron la entrada ni al Jama Masjid ni al Katra Masjid, lugar, este último, donde unos militares hindúes que la custodiaban me retuvieron y me pidieron hasta el pasaporte. Un control bastante exhaustivo en previsión de que no hayan atentados, como consecuencia de los altercados ocurridos en 1.992 en Ayodhia.

Destaca también una torre de cuatro plantas, Sati Burj junto al Bazaar, fácilmente visible en toda la ciudad. Su constructor quiso conmemorar la inmolación de su madre en la pira funeraria ( Sati) de su padre, y donde decenas de minúsculas tienditas se agolpan.

Me llama bastante la atención que aquí muchísimas mujeres, tanto musulmanas como hindúes, van con el rostro completamente tapado. Viven intensamente sus religiones, gastan mucho dinero en ofrendas, antes por ejemplo, que arreglar sus casas, o ropas, y golpean a los animales, e incluso a las vacas (…?).

Entre mis planes estaba llegar hasta Vrindaban, centro espiritual de estudios de la comunidad Hare Krishna, y visitar su emblemático templo, el complejo Krishna Balaran. No sin antes haber paseado por la orilla del río Yamuna y visitar el Ghat Keissi, sagrado lugar donde cuenta la leyenda que Krishna mató al demonio Keshi, y quien aquí se bañe tiene la bendición del baño de todos los lugares santos. Una Arati ( o Culto al Crepúsculo) se realiza aquí todos los días al anochecer. Junto a él hay varios templos más, dedicados a Rama, Hanuman y Yamuna ( que tiene una imagen de Krishna metiendo la mano en la boca del demonio Keshi), como el Govind Dev, de arenisca endurecida roja, el Pagal Baba de 10 plantas, el Radha Ballah o el Nidhivan . Dicen que aquí hay más de 3.000 templos y casi todos en honor a Lord Khrisna. Aunque tampoco pude acceder al templo Rangaji por no ser hindú, y de esa manera perderme uno de los templos mejor elaborados del país, pues es de diferentes estilos arquitectónicos, con una puerta de entrada de estilo Rajput, y una alta torre intrincadamente tallada, sí que pude entrar en el resto, y observar su arquitectura, indudable obras de arte.

La tarde la pasé en el Centro Khrisna Baloran donde me mostraron todo lo referente a Swami Prabhupada, jefe espiritual fallecido hace algunos años. Me mostraron su habitación donde se encuentra su figura inmortalizada en una brillante escultura sentada en el suelo.

Aquí vienen extranjeros obsesionados con los cursos y seminarios de Hare Khrisna. Bailan, saltan, rien y cantan en coro el mismo estribillo: Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama , Hare Hare..., pero hay algo que no me termina de convencer en esta movida…

Todas las noches ha habido música estridente por las calles hasta las tantas, y hoy una banda ha despertado a todos desde muy temprano durante una hora anunciando la apertura del templo.

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19/10 – De vuelta a Delhi en bus, el trayecto fue caótico, pues a la extremada velocidad de conducción del chófer, se unió la pelea que sostuvo éste con un caradura que se coló sin querer pagar. El perturbado chofer, mientras conducía y esquivaba los coches que venían adelantando soltaba guantadas al individuo sin mirar la carretera. Por momentos pensé que saldríamos volando fuera de la vía. Ni siquiera par de gritos míos mandando detener la pelea fue suficiente. Algunos me miraban extrañadamente, y una señora me indicó que lo dejara… Jodeerrr, cómo va a ser eso?. Pues parece que es algo normal… A los pocos kilómetros paramos junto a una caseta de la policía, y el carota fue introducido por los agentes en ella. A través de la ventana se oían golpes y gritos: …lo fundieron a palos. Salió tambaleándose mientras se abrochaba los pantalones…

Por la noche, me dirigí en el Airport-Bus, a buscar mi compañero Jose Luis que llegaba a la 1 de la mañana, con la compañía aérea Lufthansa, la misma que yo utilizé para venir, de momento una de las más económica para viajar a India.
De vuelta, puesto que ya era bastante tarde, y yo ya estaba habituado a la capital regresamos en taxi, no sin antes advertir al taxista que ésta no era mi primera vez en la capi..., por si acaso.
Al día siguiente paseábamos por la vieja Delhi, perdiéndonos entre las callejuelas e introduciendo a mi compa en los olores, los ruidos y la polución tan característico de este país. Está claro que, o gusta India o no gusta. No hay nada intermedio. Ni otra elección.
Mientras cenábamos en una cafetería de Paharganj conocimos a un gallego, bastante “descaminado” que vino casualmente en el vuelo de J.L.. Y precisamente el taxista que lo trajo del aeropuerto lo estuvo “paseando” por las calles intentando estafarlo. Gracias a que de casualidad le cuadró la aparición de varios policías y pudo llamarlos. Pasó toda la noche en comisaría haciendo la correspondiente denuncia. Vaya bienvenida a India!.
Esta historia se repite muy a menudo en las grandes ciudades de India, y sobre todo en Delhi.
Al final se unió a nosotros y continuamos las siguientes movidas.
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21/10 – El tren de las 10 de la mañana nos llevó en tres horas a Agra.
Aunque yo no lo había incluido en mi ruta por lo caro e ignominioso que me pareció el precio que han puesto para el acceso de los turistas al recinto del Taj Mahal, J.L. me convenció, pues pasar por aquí y no visitarlo podría ser "hasta pecado". Los hindúes pagan 20Rp., mientras que los extranjeros 750Rp., y una vez dentro se puede observar que precisamente son los hindúes quienes ensucian y estropean el entorno.
Este mausoleo es el más visitado del país, y los mejores momentos para visitar esta perfecta obra de arte son al amanecer y al atardecer, cuando los cambios cromáticos son ciertamente espectaculares. Con forma cubo-octogonal, de mármol blanco de Makrana, piedra negra de Shartok, Ónix, Coralina, Turquesas, y 500kg de Oro, se apoya sobre una alta plataforma, en su techumbre destaca esplendorosamente una enorme cúpula, otras cuatro más pequeñas en cada esquina, nichos, paneles florales y arabescos. En su interior, se encuentra las tumbas reales de los dos enamorados, detrás de la pared de entrada, construida de un único bloque también de mármol, para guardarlas.
"-Una lágrima solitaria caerá siempre en el templo, bajo la forma de este blanco y brillante Taj Mahal-", dice uno de los versos escritos por Rabindranath Tagore, premio nobel de literatura, nacido en Kolkata.
Visitamos también el Fuerte de Agra, construído con enormes bloques de piedra roja de terracota, el Mausoleo de Akbar, el Itimad-Ud-Daulah ( ó Taj Mahal pequeño) y a unos pocos kilómetros, en la orilla norte del Yamuna, la tumba Chini-Ka-Rauza, de elegante estilo persa, con baldosas pintadas de complicados dibujos florales.

Durmiendo en el Desierto de Rajasthan

23/10 – A las 7 de la mañana montamos en una potente guagua que nos trasladaría hasta Jaipur. Cinco horas de suave trayecto y la entrada a la ciudad fue imponente... allá en lo alto aparecería majestuosamente el Fuerte Nahargarh ( o Fuerte del Tigre) sobre una colina, mientras la guagua iba avanzando a través de esta ciudad conocida como la “ciudad rosa”, debido al color de la piedra y arenisca con lo que se ha construido sus edificaciones.

Avenidas llenas de bazares, que rodea la vieja ciudad parcialmente amurallada, con varias puertas de acceso, donde resalta por su grandiosidad y estilo Rajput, el Palacio Central del Maharaja, un recinto grande rodeado de patios con varias edificaciones adyacentes, puertas y ventanas elegantemente decoradas, columnas ricamente adornadas en rojo y blanco, galerías con arcadas de mármol blanco labrado, celosías, elefantes labrados en mármol, colecciones de cuadros, alfombras, telas preciosas y armas, donde destaca el Hawa Mahal ( ó Palacio de los Vientos), símbolo de la ciudad, edificado en 1.799, con forma piramidal escalonada, de cinco plantas, de auténtica belleza, aunque realmente es sólo la fachada, con vista al bazaar Sire Deorthi, justo debajo, para permitir a las princesas del Maharaja Sawaj Pratap Singh "acechar" desde las celosías y ventanas la vida de la ciudad. O el Chandra Mahal ( Palacio de la Luna), donde aún vive el maharaja.

Al lado el Mubarak Mahal ( o Palacio de la Bienvenida) y el Observatorio de Jai Singh, que data del año 1757.

Subimos también al minarete Iswari Minar Swarga Sal para tener una amplia visión desde la altura de esta formidable ciudad munghal.

Nos quedamos en el hotel Pearl Palace, entre la estación de guaguas y la ciudad amurallada, con azotea acondicionada con mesas para comer y por la noche realizar bailes o actuaciones con marionetas tradicionales.

Aunque en general, esta ciudad me ha defraudado un poco por lo sucio y mal cuidado que está todo.

No sé si ha sido por la comida o por la cantidad de movidas que estamos realizando, pero J.L. se ha quedado en cama con escalofríos, y yo tengo cagaleras desde hace varios días. El gallego, a lo suyo, parece que le va mejor, ya que no es muy amante del picante!.

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26/10 – Nuevamente en guagua, hacia Jodhpur, ahora en una muy cochambrosa, pero llegamos. Y desde la estación directamente en moto-rickshaw hacia el hostal Tourist, en la ciudad vieja amurallada que se encuentra en la puerta de entrada Sojati. Y como me conozco ya muy bien a estos parásitos, decido que paremos bastantes metros antes, en un parque. Mientras mis compas se quedan en el bullanguero vehículo parto en busca de habitación libre. Consigo negociar un buen precio en una casa donde tienen una pequeña habitación de dos camas en la que nos pondrán otra más, y regreso a buscarlos. Ellos ya han pagado el trayecto pero el avispado conductor quedó atrás observando a donde nos dirigíamos. El caradura se presentó al rato en el lugar en busca de "su comisión" de forma bravucona al propietario del hostal, como si hubiera sido él quien nos recomendara el lugar. Y aunque intentamos espantarlo los gritos del mequetrefe intimidó al dueño y al final marchó sin su botín pero amenazándolo. Al propietario no le pareció buena nuestra actitud puesto que desde ese momento se había buscado un enemigo, un rickshaw-walah mafioso, y posiblemente quienes quieran venir a este lugar éste dirá que está cerrado o que no es de fiar.

Sobre una colina de 125mt de altura destaca el Fuerte Meherangah , una enorme fortaleza de bloques de arenisca roja, con siete puertas de entradas construidas por diferentes maharajas, algunas construcciones de estilo Rajput como palacios, vivienda, un museo y un templo ( Chamunda Devi) dedicado a Durga. Desde sus muros, que bordea toda la colina, se obtiene unas asombrosas vistas de esta “ciudad azul”, rodeada por casi 10km de muralla erigida a lo largo del s.XVI, donde cientos de casitas cuadradas, pintadas de color añil, dan forma a un decorado urbano, lleno de pequeños y laberínticos callejones.

En la casa que nos quedábamos fueron muy hospitalarios, pero la estaban arreglando, ya que se acercaba la Diwali, todo estaba “patas arriba”, y decidimos cambiarnos hacia el hostal Haveli, situado en el interior de la ciudad vieja amurallada, en la que habíamos conseguido, igualmente, un buen precio en una amplia habitación para los tres. Tiene una azotea con sillas, mesas, y sirven comidas y bebidas, donde también se puede reposar observando las prodigiosas vistas del fuerte y del valle.

Una visita que nos sorprendió mucho fue el Palacio de Umaid Bhawan, una enorme edificación de arenisca, de extraordinarias riquezas, con un hotel de cinco estrellas que ocupa una de las tres partes en que está dividida su estructura, más conocido como el Palacio Chhitar. Otra parte funciona como residencia de la familia real y la otra está abierta al público. Nos querían cobrar 200Rp a cada uno por visitar los jardines que se encuentra junto al lago de este recinto. Intentamos colarnos pero no pudimos…

Muchos príncipes de la India tienen serias dificultades para poder mantener sus antiguos palacios en condiciones. Recrear el pasado cuesta muy caro, y para ello, normalmente, acondicionan una parte del mismo como hotel. Pero es posible que estos sorprendentes hoteles dejen algún día de existir…

Algo que nos ha embelesado diariamente ha sido el Lassi Makhaní ( yogurt de pistacho, miel y azafrán), que no hemos parado de beber continuamente, al igual que los extraordinarios dulces en el restaurante Mohan , junto al mercadillo de Bhatia.

Nos habían dicho que se acercaba un festival en las dunas de Osiyan, un antiguo pueblo, a unos 60km, en el desierto, y decidimos quedarnos varios día más. De paso, podríamos alquilar un jeep con conductor y hacer un tour por los poblados de los alrededores, pero nos intentaron engañar al traernos un destartalado jeep con techo, el cuál no queríamos, por lo que decidimos hacerlo en bus.

Al final, el festival se suspendió y nos tuvimos que conformar con asistir a una fiesta de bailes y cantos de diferentes grupos regionales, concurso de disfraces y turbantes, y una exhibición de camellos engalanados en Mandore, un pueblito a 9km de Jodhpur.

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2/11 – El gallego ya ha marchado hacia Ajmer en busca de unas tablas que le habían encargado comprar. Allá él. Nosotros dos continuamos nuestra ruta.

El siguiente paso fue llegar hasta Jaisalmer, en pleno Gran Desierto Thar. 7 horas de trayecto y la entrada igualmente espectacular debido a otra ostentosa fortificación sobre la colina.

No tuvimos que emplear mucho esfuerzo en buscar hostal, porque al bajar de la guagua una decena de individuos con pancartas y carteles anunciando "su hotel" esperaban a los pasajeros. El trayecto en jeep al hotel fue gratis, y el que elegimos estaba bastante bien situado, que nos dejaron a buen precio (150Rp) por falta de turistas. Eso sí, nada más sentarnos el propietario del hotel nos proponía el tan famoso “safari” de varios días en camello por el desierto (1.200Rp/3 días con 2 noches). Y así lo hicimos, tras preguntar por los alrededores lo precios en algunas agencias: dormimos entre las dunas, bajo las tantísimas estrellas, algunas fugaces, y una enorme luna llena, que nos permitía ver varios cientos de metros de dunas y más dunas. A Dalboy, uno de nuestros dos guía, lo tuvimos que callar en varias ocasiones porque no hacía más que hablar y hablar. Aunque pasamos algo de frío las noches fueron inusitadas. Chapatis, verdura, arroz, huevos duros, tostadas y té, todo hecho ahí mismo. Escarabajos, algún que otro Escorpión, Gacelas, Águilas del desierto, pequeños poblados donde la gente cargaban cubos sobre la cabeza para recoger agua de los pozos, o dar de beber a los camellos, casitas de adobe y mucho, mucho desierto pedregoso. Anduvimos bastante distancia y se me quedó el culo molido, pero creo que no estábamos muy lejos del punto de partida. Es fácil, perder la noción de la situación en un lugar tan amplio como el que hemos recorrido. Aunque como todo, tampoco ha salido como esperaba. Tres camellos para cuatro es un mal reparto, pues habíamos acordado en uno para cada. Aunque quedamos en reprocharle al dueño del hotel la falta de seriedad, al final nos conformamos con espantarle el turista que quería información nuestra para hacer nuestro mismo tour con ellos... A joderse.!!

Esta "ciudad ámbar" completamente amurallada alberga havelis ( casa de comerciante), elaboradas casas, hoteles, varias puertas de entradas magníficamente talladas.

En un extremo, sobre la Colina Trikuta, a 80mt de altura, se encuentra el Fuerte de Jaisalmer, rodeado por una enorme muralla que tiene 99 bastiones, y mezclados entre sus estrechas callejuelas se encuentran un suntuoso Palacio del maharaja, sencillos havelis, casitas finamente elaboradas, templos jainistas e hindúes, varios hoteles, agencias de viajes y una oficina postal.

Una de las noches acudimos a cenar en la azotea de uno de los hotelitos situados en el interior de la fortaleza, en el que se realizaba también unos bailes tradicionales rajhastaní. Unos sandwiches, cervezas, y me vi bailando descalzo con la danzarina.

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7/11 – Tras 330km de bacheada carretera, que tronchó nuestros cuerpos, sería Bikaner nuestro siguiente destino.

En este trayecto conocimos a una catalana, la primera turista de habla hispana que nos encontramos en India.

Tras varios días de visitas a esta ciudad ya he logrado mi tan ansiado anhelo: llegar hasta Karni Mata (o templo de las Ratas!!!), y, un pequeño bus nos dejó en Deshnok, el poblado donde se encuentra el tan sugestivo templo: al entrar, miles de ratas nos rodearon. Algunas hasta las pisábamos. Jose Luis sintió incluso, en algún momento, que uno de los roedores soplaba en sus descalzados pies. Y es que hay que entrar sin calzado por ser un lugar sagrado. Un poco de respeto y asco a la vez. El lugar es muy sucio, exageradamente sucio, y el olor a caca de rata supera todo lo imaginable. Me senté y dejé que las ratas se acercaran a mi en busca de alimento sagrado…. Estaba fascinado con lo que me estaba sucediendo. Me puse algunas sobre mi cuerpo y le pedí a J.L. que me tomara algunas fotos mientras le decía: -Ja, ja, ...le contaré a la gente que estaba despistado y se me subieron sin darme cuenta!!-.

De vuelta, en Bikaner, y mientras caminábamos por las calles de esta ciudad, nos invitaron a cenar en la azotea de un hotel donde se celebraría un baile rajhastaní. Tras la cena, un grupo musical y seis gitanas con sus trajes tradicionales del desierto ( Banjaras) nos deleitaron. Terminamos todos bailando. Ni que decir que fuimos centro de atención en el establecimiento al ser los únicos turistas extranjeros entre los otros nativos.

Visitamos el Fuerte Junagarh de casi 1.000mt de largo, con 37 bastiones, edificadodo en 1.953 por el general de la armada del emperador Akbar, Raja Rai Singh. Alberga varios palacios, torres y casas; el mercadillo y la ciudad vieja, que se encuentra rodeados por una muralla medieval; el Museo, que posee una interesante colección de esculturas, instrumentos musicales tradicionales...; algunos havelis, pero lo encontramos todos cerrados; y varios Templos jainistas. Todo deleitado con varias paradas por los lassis que nos bebíamos en las dulcerías, delicia de esta zona de India.

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11/11 – El trayecto nocturno hacia Pushkar fue agotador tras siete horas, incluida varias paradas, con un frío que no esperábamos, llegando a primera hora de la mañana.

Otras dos horas buscando donde hospedarnos, y al final decidimos quedarnos, por las fabulosas vistas a los ghats (amplias series de escaleras desde donde los peregrinos toman los baños rituales para limpiar sus almas), junto al lago.
Se tarda unos 45 minutos pasear a pie alrededor del lago sagrado con sus 52 ghats, construido para representar a cada uno de los Rajput maharajas que construyeron sus "casas de vacaciones" en sus orillas.

Ésta es una de las ciudades más sagradas del país, enclave de bramanes, pues cuenta la leyenda que el lago sagrado que se encuentra en medio fue creado cuando a Brahma, dios del conocimiento, se le cayeron pétalos de una flor de loto ( Pushpa) de su mano al golpear al demonio Vajra Nabha, y el Templo de Brahma, único en India y de los pocos del mundo dedicado a esta divinidad, el más sagrado

Sus blancas casas rodeadas de colinas resecas, en un valle agrietado por el colosal sol del desierto surgieron en las orillas del lago y sigue siendo un importante lugar de peregrinaje para los hindúes. Su población ha aumentado en los últimos años por los hippies que vinieron por unos días y se quedaron definitivamente disfrutando de su tranquilidad.

Los peregrinos acuden en masa los días de luna llena entre octubre y noviembre ( mes de Kártikka) para purificarse en sus aguas, y asegurar así la liberación del ciclo contínuo de las reencarnaciones ( moksha).

A primera hora de la mañana se hace imprescindible subir al Templo de Savitri, sobre la colina que domina la ciudad, para obtener unas maravillosas vistas igualmente sobre ese lago color turquesa. Aunque a cualquier hora también lo es.

Todos los atardeceres decenas de hippies y no tan hippies se concentran en el Ghat Este, entre el sonar de tambores y alguna que otra flauta para disfrutar de la colorida puesta de sol. Es verdaderamente emocionante.

También pudimos disfrutar de la Diwali, ( o Deepavali) ( fiesta de las luces), en medio de la alegría que eso significa para los hindúes. Muchísimos dulces y pastelitos se venden en todos los puestos callejeros, que luego se reparten entre sus seres queridos, vecinos, colegas y hasta clientes.

Música y petardos ( Patakas) recordando la victoria del bien sobre los demonios, y para conmemorar la victoria de la Luz ( espiritual) sobre el Mal y las Tinieblas.

Durante 5 o 6 días las familias decoran sus casas con luces y flores después de limpiarla a conciencia, y cumplen con las pujas de rigor: de Lakshmi (diosa de la riqueza), de Ganesh, el que “allana todos los obstáculos”...

Lo más santo de Uttaranchal

17/11 – Jose Luis ya ha regresado a Lpa, y yo continúo mi ruta programada en solitario.

El siguiente destino ha sido Haridwar, otra ciudad extraordinariamente espiritual. El trayecto en tren resultó de lo más accidentado, pues por error compré un ticket económico que correspondía al vagón de los sillones de madera dura y muy incómodo. La solución fue colarme en el vagón de Sleeper ( sillón cama), donde pude reposar varias horas en asiento blando hasta que llegó el pasajero que le correspondía sentarse en él y tuve nuevamente que buscarme la vida cambiando a otro.

Situada en las estribaciones del Himalaya, ésta ciudad representa el primer punto donde el Ganges llega a la llanura, aunque sin perder su fuerza completamente, aquí se hace bastante sereno. El agua es muy limpia y fría, y la gente prefiere tomar el baño en alguno de los cinco ghats ( Gangadwara, Kankhal, Nila Parvata, Bilwa Theertha y Kusavarta) construidos a orillas del río.
Considerada como la puerta de entrada a las cuatro peregrinaciones en la región Uttrakhand, se ha ganado la fama de ser el lugar bendecido por la Trinidad: Lord Vishnu, Bramma y Shiva, y dicen que bañarse aquí purifica la mente, el cuerpo y el alma, y abre el camino para la libertad definitiva: "el Nirvana".
El ghat principal es conocido como Hari-ki-Pairi ( la huella de Vishnu en una piedra bajo el agua), y muy cerca se encuentra el templo Gangadwara, el más importante de todos.
La ciudad adquiere un encanto único todos los días a las 7 de la noche, cuando miles de devotos se apiñan en las escalinatas de los ghats y en las explanadas adyacentes para participar en el Ganga Aarti ( festival de la oración en el Ganges) que se realiza en todos los templos y en el mismo instante. Por los altavoces sonaba la música dedicada a Lord Shiva: -"Omm Namah Shiva he..."- y mientras las pequeñas campanas repicaban, las antorchas comenzaban a ser prendidas.
Inmediatamente después, se realizaba las ofrendas de las luces: cientos de flores (Marigolds) y lámparas en miniatura (diyas) eran depositadas sobre las aguas. En poco tiempo, cientos de luces, en medio de la oscuridad, bajaban río abajo. El ambiente era espectacular.
Cantidad de Sadhues o Santones, algunos completamente desnudos y bañados en lodo seco o polvo de cenizas, sentados en distintos lugares, bendicen a los devotos que se amontonan en sus puestos o casetas.
Un sendero lleno de puestitos lleva hasta el Templo de Mansa Devi, diosa que cumple los deseos de quienes la ofrendan. Aunque es pequeño y muy sucio, el emplazamiento se caracteriza por tener también unas espectaculares vistas sobre el río. Un poco más allá se encuentra el otro, el Chandi Devi. Muchos templos se concentran alrededor de esta pequeña ciudad, y todos se atestan de fieles que ofrendan a su dios correspondiente bolsitas de comida ( Prasad) que depositan a sus pies.
Un lugar al que también quise acercarme fue Rishikesh, pues ha sido desde siempre una ciudad de peregrinación dada su ubicación en un punto donde el río sagrado Ganges llega con ímpetu desde los Himalayas, y miles de devotos hindúes vienen cada año a bañarse en sus aguas sagradas y "lavar" su karma.
Pero desde que los Beatles llegaron aquí en los años 60 para permanecer en el Ashram de Maharishi Mahesh Yogi, este pueblo se ha convertido en la Meca para hippies y frikis. Conocida como la Capital de Yoga del mundo, es en realidad ofrendas espirituales y todo lo necesario para calmar el alma: reiki, sanación con cristales, masaje, meditación y, por supuesto, el yoga. Pienso que hay que estar muy volao y con problemas de inadaptación para pasar tantos días de exhaustiva meditación y abandono de lo mundano. Decenas de turista acuden constantemente para "lavar" sus conciencias deterioradas o “perdidas”.
Esto no es para mí...
Quizás dos o tres días es suficiente, pues el entorno es mágico. Sólo el estar sentado en la orilla del río, en una de sus calitas de arena blanca pulida por el impetuoso recorrido de las aguas que bajan límpidas y fría de los Himalayas, es conmovedor y relajante. El sonido espectacular. Ya puedo estar tranquilo: me he bañado en el Ganges!!.

Las confluencias más santas

21/11 – Otro lugar que no he querido perderme se encuentra en la confluencia de los ríos Yamuna, Ganges y Saraswati ( Triveni Sagam), y se llama Allahabad ( o Prayag), una de las ciudades históricas del país, muy cerca de mi destino final Varanasi, ambas, de los lugares más sagrados de toda India.

El cambio de color de las aguas indica exactamente donde se encuentra la unión de las aguas. Cientos de peregrinos se concentran en su orilla para subir a las barcas de madera y aportar sus pujas en el encuentro de esa agua canela, caliente y poco profunda del Ganges y la otra, clara, fresca y profunda del Yamuna que vienen de atravesar la mitad del país.

Aunque la ciudad es bastante repelente, sucia y con gente muy pordiosera, vale la pena el esfuerzo, el momento y el lugar. La Residencia de las cinco generaciones de los Nehrus, en el Anand Bhavan, y donde Jawahargal Nehru y Mahatma Gandhi comenzaron los planes para derrocar a los colonizadores británicos, varias Fortificaciones, el Museo, la Universidad de estilo indo-europeo, y la Catedral gótica de Todos los Santos es lo más destacado de esta ciudad.

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24/11 – Y por fin llego. Varanasi.

Llamada Kashi, Benares, y ahora Varanasi, es la ciudad de Shiva ( o Ciudad de la Vida), la más sagrada de todo el país, cuna de la liberación espiritual que todo hindú desea alcanzar antes y después de morir para liberarse del ciclo continuo de la vida y la muerte ( moksha) en sus Ghats más halagüeños, como el Manikarnika.

Me quedo a orillas del Ganges, muy cerca de los ghat, las santas escalinatas que permite a los devotos llegar hasta las aguas del río para purificarse en baños rituales.

Desde el balcón del recinto veo todas las mañanas y atardeceres el lento movimiento solar. El ambiente alrededor de todo esto es tan esotérico que anima a bajar y juntarse con los devotos, con los Sadhus, o con los pocos incrédulos turistas que se han acercado también a sentir lo metafísico, que infunde ese escenario tan real.

En su orilla cantidad de barcas de madera se amontonan ofreciendo paseos por el río. Los peregrinos viajan hasta el centro del mismo para depositar sus pujas, y la familia que ha perdido algún hijo muy pequeño o un enfermo grave no le queda otra opción que lanzar el cuerpo envuelto en una sábana y anclado a una piedra, al fondo, puesto que no lo puede incinerar. Tampoco podrán ser incinerados quienes hayan fallecido tras la mordida de alguna serpiente.

Entre las estrechas callejuelas destaca como el más multitudinario, el Templo Vishwanath ( ó Templo de Oro), dedicado a Shiva, dios del universo. Contiene 800kg de oro entre su torre y cúpula, pero a los no hindúes les niega el acceso, al igual que me ocurrió en Mathura, y por los mismos motivos.

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27/11- Es el día de partir. Se ha acabado "El Viaje".

Aunque tan accidentado que me ha costado sentirme mal, pues detrás quedan todas las vivencias en este país tan inesperado y tan diferente, a lo visto en otros lugares.

Tenía una plaza en vagón de primera, en lista de espera, desde hacía casi una semana para el tren de vuelta a Nueva Delhi, pero con la confianza que podía viajar en él, ya que el propio expendedor de billetes me había asegurado que no tendría ningún problema para poder conseguirla. Pero no fue así.

Al llegar a la estación de tren de Varanasi me encontraba el primero en la lista de espera. No había conseguido plaza en el vagón. Podría ser que gente con más influencia fueran los beneficiados en mi lugar. Aunque hablé con el jefe de tren éste no me pudo encontrar plaza en primera como había comprado. Por lo que tuve que ir a taquilla, luchar con los cientos de energúmenos que se peleaban por conseguir billete para los diferentes trenes y destinos, y adquirir una plaza en Segunda Clase, el vagón más cutre de todos, donde la gente se apila sin control.

Volví a colarme en el vagón de Sleeper y por suerte pude encontrar una familia que me hizo un huequillo en sus sillones-cama y así poder echar unas cabezadas hasta llegar a Delhi. Más de doce horas de mal dormir y gracias también a que el controlador fue convencido por la familia de permitirme quedar con ellos tras explicar mi situación, aunque mi ticket no correspondiera a ese lugar.

Lo siguiente sería pedir el rembolso de lo pagado por el billete en primera clase en la estación de Nueva Delhi , y que me devolvieron. Unas compras en Janpath Market, revelado de cientos de fotos en Connaught Place, y al día siguiente el avión me llevaría hasta Madrid, donde nuevamente volvería a aparecer ese duendecillo negro a mi lado, pues el único reloj del aeropuerto que estaba retrasado vino a aparecer el primero ante mi cansada vista. Puse mi reloj en la hora que éste marcaba, y vaya por donde, el tiempo suficiente para llegar a la sala de embarque 5 minutos tarde, y cuando las puertas de acceso al avión ya estaban cerradas.

Tuve que hacer noche en el aeropuerto, y gracias a que la compañía Spanair, con la que volaba, me permitió cambiar el billete para el día siguiente. Y de esa manera llegar a casa.